Si quieres iniciar un negocio pero estás preocupado porque no es una idea 100% original, conoce qué es lo que tienes que atacar.
Mark Zuckerberg ideó Facebook cuando era un estudiante de la Universidad de Harvard. Su emprendimiento consistía en crear una especie de base de datos en la que se podían ver los nombres y las fotos de algunos estudiantes de la universidad. Ese proyecto fue evolucionando hasta que en 2004 llegó Facebook, una red social que para el año 2015 sumaba 1.650 millones de usuarios activos y $7.870 millones en ingresos.
Sin embargo, aunque haya revolucionado la forma de comunicación de las personas, Facebook no fue una idea original como tal. Ya antes había habido otros ensayos de redes sociales de ese estilo, pero sin el impacto que tuvo Facebook. En resumen: Mark Zuckenberg fue un emprendedor que cambió la historia. Pero para iniciar un negocio, no se debe revolucionar al mundo con su idea y no siempre su idea es un 100% original. Y esta historia se repite, Matt Mullenweg, creó WordPress (la empresa que aloja un 24% de todos los sitios existentes en internet) a partir de un proyecto abandonado: b2/cafelog.
¿Qué queremos decirte con esto? Que para emprender solo se necesita una idea que cubra una necesidad o satisfaga un deseo de los consumidores o clientes pero, esta, no tiene por qué ser la más original del mundo. Lo único realmente necesario es cubrir una gran necesidad, que sea tan simple que haga que la gente se pregunte cómo no se le ocurrió eso a nadie antes; o tan revolucionaria que se pregunten cómo se les ocurrió algo así.
Las ideas simplemente llegan
Cualquiera que quiera emprender y que lea este texto podría decir: “Sí, muy sencillo. Solo necesito una idea. Pero, ¿de dónde saco la inspiración para llegar a esa maravillosa idea?”.
Hay varias formas de llegar a “la idea”. Se puede comenzar por aquello que genere pasión en el emprendedor. Si, por ejemplo, la persona es un apasionado del deporte, enfocarse en idear algo que tenga que ver con esta disciplina podría serle útil.
Otra forma de idear un gran emprendimiento es sensibilizando los sentidos. Abrir los ojos, afinar el oído, sentir lo que está sucediendo alrededor. Estar presente: ¿en los establecimientos que frecuento, hay algo que se pueda mejorar? ¿Este producto que uso, podría ser diferente y mejor? ¿Es este el diseño más apropiado para este elemento? ¿Este software funciona como debe o podría ser mejorado? ¿Por qué no existe un producto para hacer esta tarea? ¿Qué puedo crear para mejorar X cosa que me molesta/necesito en lo cotidiano?
De las experiencias propias, surgen las mejores ideas. La clave está en atacar problemas prácticos y no frustrarse por no tener la idea que cambiará el curso del mundo.
También funciona salir de la zona de confort. Visitar lugares inusuales, escuchar música nueva, ver películas que antes pasamos de largo, hablar con gente diferente. Todas estas cosas pueden ayudar a ver qué necesita el público y atender una necesidad que ni siquiera se sabía que existía.
¿Qué pasa si no surge alguna idea viable?
Lo importante es no apurar al cerebro. Pasar todo el día solo pensando en que se necesita una idea, no hará más que crear frustración y desespero. El fracaso es mayor si se cree que las ideas que surgen son simples y elementales y que no se es capaz de llegar a la “súper idea que cambiará el rumbo de la historia”.
En los momentos de frustración, lo más sano es desconectarse por un tiempo.
Al descansar el cerebro, las ideas fluyen con más facilidad y se podrá ver que el emprendimiento que se busca estuvo siempre frente a nuestras narices.
Las ideas se trabajan
Ya con una idea clara, llega la hora de ponerse a trabajar. Conocer el mercado, visitar a los que podrían ser la competencia directa, investigar al cliente. De la capacidad del emprendedor en convertir una idea en realidad, dependerá el éxito de la misma.
Mientras más rápido se pongan manos a la obra, más rápido se puede errar y menos dinero perder. Por ejemplo, si tu sueño es eliminar el tráfico de Ciudad de México, seguramente lo puedes lograr, pero ejecutar esa idea puede tardar años y puede costar mucho dinero. Comenzar con una idea más modesta que permita manejar mejor los costos y comenzar desde cero sin perder demasiado tiempo y dinero te resultaría mejor. Quizás idear un sistema que elimine los embotellamientos durante la hora pico en cierto sector de la ciudad, sea más manejable y deja el campo abierto para que se expanda a otras áreas y al resto de la ciudad más temprano que tarde.
No hay temer si en algún momento es necesario cambiar el trayecto original de la idea. Ese camino nuevo puede ser la vía del éxito.
La idea debe convertirse en realidad. O tal vez no.
Con una idea ya concreta solo queda adentrarse en el negocio, con un propósito y una misión clara, conociendo a qué clientes se quiere llegar y cómo se hará para atraer su atención.
De acuerdo a un estudio de Bloomberg Business, 8 de cada 10 emprendimientos falla en sus primeros 18 meses en el mercado. ¿La razón? Es extremadamente difícil lograr el éxito con un emprendimiento. Tal vez no era el momento de esa idea, o no fue bien ejecutada, o no se tuvieron los recursos necesarios. Pueden haber mil razones.
Sin embargo, el emprendedor debe despertar cada día con ganas de seguir adelante y ver ideas de negocio donde nadie más las ha visto, ya sea para revolucionar el mundo, o mejorar un poco la vida de algunas personas.
¿Cómo surgió la idea de tu emprendimiento? ¿Fue una “súper idea” o atacó un problema práctico de la vida diaria? ¿Tu emprendimiento tuvo éxito a la primera o debiste comenzar desde cero en más de una oportunidad? Esperamos sus comentarios y opiniones.